El Encanto Del Saucillo

Se dice que el tesoro de Don Cheno está encantado. Llama a aquellos cuyas mentes se desvían de su trabajo diario. Aquellos cuyas vidas son insatisfactorias. Aquellos con grandes necesidades de dinero. Los que están ávidos de más cosas. Aquellos que son superficiales y materialistas. Los que no valoran lo que tienen y los que se pierden.

Un hombre que venía de Talpa de Allende y se dirigía al Valle de Banderas. Al subir por el paso de Noritas, se perdió. Deambuló por un rato tratando de encontrar el lecho de un río u otro punto de referencia familiar para seguir. Dejando el camino real llegó al nacimiento de los arroyos Saucillo.

Allí encontró una cueva. Era como una mina. Estaba al lado de un acantilado. La entrada sobresalía, uniforme y plana, como una repisa. El hombre entró en la cueva. Dentro de la entrada vio herramientas y cascos de soldado todo oxidado. Fue más allá. A la mitad de la cueva había una forma extraña que brillaba en la oscuridad. Al acercarse notó que estaba hecho de barras de plata en forma de pirámide.

Tomó un bar y se fue con él a Las Mesitas donde vivía don Cheno Guerrero. Don Cheno, aparentemente acostumbrado a que la gente encuentre su tesoro, le dijo que se lo podía quedar. A don Cheno no le importó y le dijo que parecía de plomo. Le dijo al extraño que podía usarlos para balas o perdigones, ya que tenía muchos.

Al día siguiente el hombre pensó en seguir su camino y se despidió de don Cheno. Sin embargo, a don Cheno le había llegado a gustar el anciano y en cambio insistió en que se quedara otro día y lo acompañara a ver la cueva.

Finalmente lo convenció y fueron juntos a la cueva. Llegaron y entraron. Don Cheno le dijo que tomara todo lo que deseara de la cueva y demostró su riqueza arrojando casualmente las barras de plata y oro en bolsas como si no fueran más que plomo. El anciano sin embargo vivió una vida modesta y estaba contento con lo que tenía, su familia y su vida. No tenía ningún uso real para una gran riqueza. Decidió que solo se quedaría con la única barra que tenía como evidencia de su extraordinaria historia, por lo que rechazó la generosidad de Don Cheno.

Salieron de la cueva y, tras llegar a la casa de don Cheno, se despidieron y se separaron. El anciano continuó su camino hacia el Valle de abajo con una extraordinaria historia de aventuras y una barra de plata para respaldar su relato.

Al día siguiente Don Cheno se levantó temprano y decidió que sería prudente sacar el tesoro que había escondido en esa cueva en caso de que las historias del anciano hicieran que otros investigaran. Aparejó dos mulas y fue a la cueva a traer el cargamento.

Sin embargo, encontró el lugar exacto pero no pudo encontrar la cueva. Confundido, regresó a su casa y decidió volver a intentarlo mañana. Esa mañana, mientras preparaba las mulas para el viaje, se le acercó su hijo, quien le pidió ayuda para saldar algunas deudas. Ansioso por ayudar a su hijo, partió hacia la cueva con una nueva misión. No solo sacaría el oro y la plata de la cueva, sino que los vendería y tendría una reserva disponible para ayudar a su familia y amigos.

Esta vez encontró la cueva con facilidad y llenó sus alforjas con el tesoro. Luego regresó a casa. Al día siguiente fue a Mascota donde Miguel San Juan le compró las barras. Y con este dinero don Cheno pudo aliviar las necesidades y deseos de sus seres queridos; por lo menos temporalmente. Y si no estaban satisfechos, siempre había más tesoros por encontrar.

Fuente Original: Jose Duran

 


El Encanto Del Saucillo (English)

It is said that the treasure of Don Cheno is enchanted.  It calls to those whose minds wander from their daily toil.  Those whose lives are unsatisfying.  Those with great needs for money.  Those who are greedy for more things.  Those who are superficial and materialist.  Those who do not appreciate what they have and those who are lost.  

 

A man who came from Talpa de Allende and was on his way to the Valle de Banderas. When going up through the Noritas pass, he got lost. He wandered for a while trying to find a river bed or other familiar landmark to follow.  Leaving the royal path he arrived at the source of the Saucillo streams. 

 

There he found a cave. It was like a mine. It was on the side of a cliff. The entrance stuck out, even and flat, like a ledge. The man entered the cave. Inside the entrance he saw tools and soldier's helmets all rusty. He went further.  Halfway through the cave was a strange form that glowed in the darkness.  As he approached he noticed that it was made of silver bars in the shape of a pyramid.

 

He took a bar and went with it to Las Mesitas where Don Cheno Guerrero lived. Don Cheno, apparently used to people finding his treasure, told him that he could keep it. Don Cheno did not care and told him that it looked like lead. He told the stranger that he could use them for bullets or pellets as he had plenty. 

 

The next day the man thought to continue on his way and said goodbye to Don Cheno. However, Don Cheno had gotten to like the old man and instead insisted that he stay another day and accompany him to go see the cave.

 

He finally convinced him and they went together to the cave. They arrived and entered. Don Cheno told him to take all that he desired from the cave and demonstrated his wealth by casually tossing the bars of silver and gold in bags as if they were no more than lead. The old man however lived a modest life and was contented with what he had, his family and his life.  He had no real use for great wealth.  He decided that he would only keep the one bar he had as evidence of his extraordinary story so he declined Don Cheno’s generosity. 

 

They left the cave and, after arriving at Don Cheno's house, said their goodbyes and parted ways.  The old man continued on his way to the Valley below with an extraordinary story of adventure and a silver bar to back up his tale. 

 

The next day Don Cheno arose early, and decided it would be wise to remove the treasure he had hidden in that cave , in case the old man’s stories caused others to investigate.  He rigged two mules and went to the cave to bring back the cargo. 

 

However he found the exact place but failed to find the cave.  Confused, he returned to his home and decided to try again tomorrow.  That morning, while preparing the mules for the journey, he was approached by his son, who asked him for help in clearing some debts.  Anxious to help his son he set off to the cave with a new mission.  Not only would he remove the gold and silver from the cave but he would sell it and have a reserve available to help his family and friends.  

 

This time he found the cave with ease and filled his saddle bags with the treasure.  He then returned home.  The following day he went to Mascota where Miguel San Juan bought the bars from him.  And with this money Don Cheno was able to relieve the needs and desires of loved ones; at least temporarily. And if they were not satisfied there was always more treasure out there to be found.